Procivil Profesor
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Mi experiencia en el Hospital Veterinario de Puente Genil, ha sido inmejorable. Y lo ha sido puesto que desde el primer momento que fui con mi gata, me guiaron e informaron sobre todas las pruebas necesarias en este caso que fueron analíticas completas, citologías, ecocardiogramas, TAC...todo ello requería mi gata sí, y todo ello se hizo puesto que si vas realmente con la idea de salvar a tu animal, lo menos que puede uno hacer, es dejar a los profesionales ayudarte a ti y ayudar a tu animal.
Esta historia, por desgracia, no tuvo final feliz, pero SÍ TUVO FINAL TRANQUILO. Tuvo final tranquilo porque mi gata no pudo estar en mejores manos, manos que no ponían solo vías o administraban medicación sino manos que han dado caricias cuando más ella lo necesitaba, manos que han sobrepasado horas de sus turnos para seguir prestando ayuda, manos que me han acompañado a mí, como dueña en un momento tan difícil y silencios cuando lo he necesitado e información cuando ha sido necesario. No puedo decir NI UNA SOLA MALA PALABRA de ninguno de los que han tratado a mi gata, y sé cuando me voy a dormir por la noche, que ella estuvo allí como en casa, porque así lo hacía ella ver cuando teníamos que volver a ingresar, contenta, con su rabo de antena paseando por el hospital y sintiendo a los que allí trabajan como nueva parte de su familia.
A veces se nos olvida que detrás de sus uniformes, aquellos que nos dan los presupuestos, las gracias, las buenas noticias y las no tan buenas, detrás, hay buenas personas que estudiaron veterinaria porque aman a los animales. A veces se nos olvida que ellos también sufren por los nuestros y que siempre, siempre, siempre, aunque nos suene raro, caro, nos choque, NO NOS DICEN MÁS QUE LO NECESARIO PARA NUESTROS ANIMALES. Lo único que como dueños deberíamos hacer, es dejarles ayudarnos, a nosotros, y a los que tanto queremos.
Gracias de corazón a todos y cada uno de los que formáis parte del equipo del Hospital Veterinario de Puente Genil y en particular, porque las circunstancias así han coincidido a:
Ana de la Chica, por todo, y en especial por esa última noche, nunca tendré vida suficiente para agradecerte cómo la acompañaste e hiciste más allá de tu deber dando todo de ti.
María Pascual, por tus abrazos, por mirar por mí, por entenderme, por cuidar de ella y por tu humanidad.
Sergio Río, por mirar por mi Blanki con tanta firmeza aun cuando me tuvieras que decir un no rotundo. Gracias y gracias.
Gloria González, por esas horas extra intentando agilizar, coordinar, investigar y buscar lo mejor para mi gata, por dejarme aceptar a mi ritmo la situación, a veces con silencios, y otras con esa mirada dulce del que sabe que una necesita sus tiempos.
Araceli Hidalgo, gracias, una vez más, por esas horas extra por tu templanza en momentos críticos, por no irte a casa sin importarte el reloj y por mirar y mimar a la blanki con esa dulzura y entrega. Gracias por la oportunidad que nos diste aquel día, para aquel final. Fuiste la que me permitió que tenga para toda mi vida el mejor recuerdo posible de un momento tan duro.
Lidia Cabrera, y Rosa, que me acompañaron en el único día de luz que tuvimos y que se emplearon a fondo con mi gata y conmigo, gracias por hacer vuestra mi causa ese día.
Ana belén Jiménez, gracias por tu sinceridad, sé que siempre has sido clara, concisa y directa por un bien.
Carmen Molina, por entender mi dolor y tender tu mano.
Alberto Cabeza, que supiste ver el último día que todas las horas que pudiera pasar con ella serían oro, y por tu compasión.
A los compañeros de recepción por aguantar mis innumerables llamadas y nervios, a las auxiliares cuyos nombres no recuerdo, a Ángel Carmona que sabía cómo tratarme a mí también, a Juan Aires que tuvo la sinceridad que solo un profesional honesto es capaz de darte cuando la situación requiere otras vías.
Gracias a todos por darme la oportunidad de dormir tranquila, porque si algo tengo claro, es que se fue henchida de amor.
Siempre estaré agradecida, de corazón.
