Jesús Molinero
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Fuimos con una urgencia, muy preocupados y asustados, pero desde que entras por la puerta todo es empatía, comprensión y profesionalidad. Desde Lucía, la veterinaria que nos atendió y que en todo momento nos transmitió tranquilidad y que sabía cómo actuar desde el minuto uno, es muy importante tener esa sensación cuando vas a confiar a tu gata y además se va a quedar hospitalizada; el resto de veterinarios que nos informaba puntualmente cada día cómo iba evolucionando nuestra gata explicándonos cada cambio en sus analíticas con mucha pedagogía y empatía; las auxiliares y técnicos del área de hospitalización, que la cuidaban y mimaban cada día y que se ganaron la confianza de nuestra gata (no es fácil ¿eh?) y la nuestra, que nos quedábamos muy tranquilos sabiendo que iba a estar muy bien atendida; hasta la recepción, siempre atentos y comprensivos con nuestras necesidades. Podría no haber salido bien, pero igualmente sabríamos que habrían hecho todo lo posible por ella; por suerte (y por ciencia) hoy nuestra gata está estupendísima en casa y nosotros encantados con todos los profesionales que nos han atendido en Galápago (que no han sido pocos)